Una de las primeras tareas para reflexionar que se nos propuso, dentro aún del bloque introductorio, fue la lectura de dos textos de Jorge Wagensberg, director del área de ciencia de la Fundación La Caixa, para responder a la siguiente pregunta:
¿Qué es la Ciencia y para qué sirve?
En el primero de los textos, titulado «Todo lo real es pensable», el autor nos describe el método científico como un «círculo virtuoso, porque la ida y la vuelta no son simétricas». Según él, la ida consiste en el establecimiento de una hipótesis, es decir, algo cuya verdad o falsedad no es demostrable; y la vuelta, en una tesis que puede demostrarse. Además, Wagensberg afirma que tras el establecimiento de una tesis, ha de pensarse una representación para implantar una gradación de cumplimiento de la tesis.
De esta exposición podemos extraer la definición de ciencia como búsqueda de la verdad empleando un método: establecimiento de una pregunta al realizar una observación, planteamiento de una hipótesis, experimentación y demostración.
¿Por qué repensarnos como científicos?
En el segundo texto, «Elogio de lo superfluo, indulto del error», Wagensberg se centra en la relación entre ciencia y una forma particular del arte, la literatura. Partiendo de que ambas son formas de conocimiento, las distingue por varios rasgos, uno principal: su relación con la ideología y las creencias. La ciencia persigue la objetividad, eliminar lo superfluo y eliminar cualquier error, mientras que la literatura ensalza el Yo, ensalza lo superfluo y perdona el error.
Por tanto, mientras que la ciencia busca lograr una «higiene ideológica», en la literatura se prioriza un «gozo intelectual». Y, sin embargo, según las palabras de Wagensberg, la flexibilidad de estos objetivos y el acercamiento de la ciencia a los propósitos de la literatura y al contrario, no puede ser mala en ningún caso.
A partir de esta última reflexión del autor nos podemos plantear la respuesta a la pregunta ¿por qué repensarnos como científicos? Wagensberg nos aporta dos razones, que cito literalmente:
Descentrar el yo en literatura no puede ser malo. El ejercicio abre nuevos caminos hacia la comprensión de la condición humana y, de paso, reduce el riesgo de contar siempre la misma historia [...] No: dosificar lo superfluo y tratar las contradicciones tampoco puede ser malo dentro de cada género literario. Y es ahí, bajo lo superfluo y de entre los errores, de donde puede brotar un nuevo recurso o n nuevo discurso.
Si el acercamiento del método científico a la literatura nos aporta oportunidades de variar, crear nuevos discursos e innovar, el repensarnos como científicos podría abrir el mundo de la literatura y otros artes. Según Wagensberg «es posible que, durante este proceso [de revolver lo superfluo y las contradicciones] la literatura tropiece con un gozo intelectual científico, lo desentierre y nutra con él alguna de sus historias».
No hay comentarios:
Publicar un comentario